La ceremonia multitudinaria, que el municipio de Ciudad Nezahualcoyotl -al este de la capital mexicana- organiza cada año desde 2013, es una oportunidad para que miles de parejas regularicen sus uniones y puedan acceder a diversos beneficios legales.
Aunque la boda masiva resta intimidad al momento, otorga a cambio algunas facilidades como recibir sus actas de matrimonio sin costo, explica María Darinka Rendón, secretaria del ayuntamiento de ese municipio.
“Reunir a 661 familias (ha sido) todo un reto pero sobre todo el compromiso que tiene cada uno en algunos casos de renovar (los votos) y en otros de comprometerse”, declara la funcionaria a la AFP.
Rendón destaca que el matrimonio masivo resulta “un evento muy emotivo, para los contrayentes, para las propias familias y para nosotros que vamos a atestiguar” la unión.
Una de las parejas más veteranas e ilusionadas con el compromiso es la que conforman Francisco Calvo, comerciante de 74 años, y Rosalba Silva, ama de casa de 67, dos viudos que se conocieron hace cinco años y decidieron hacerse novios el 2021.
“Yo pensaba que ya no había otra oportunidad para mí, pero llegó el amor porque llegó el amor”, dice Rosalba sonriendo y sentada al lado de su flamante esposo.
Para Jonathan García, de 40 años y unido desde hace una década con la madre de su hijo, casarse en la boda masiva es casi una cábala.
En “mi familia ya van dos de mis hermanas que se han casado así y las vimos muy contentas así que dijimos: vamos a seguir la tradición”, cuenta.
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