No obstante, el descubrimiento puede ayudar a comprender mejor cómo el VIH, causante de la enfermedad del SIDA, ataca las células.
La investigación también prueba que un virus puede evolucionar hasta volverse más virulento, una hipótesis científica ampliamente estudiada en la teoría, pero con pocos ejemplos hasta ahora.
En total, los investigadores encontraron a 109 personas infectadas con esta variante, solo cuatro de ellas fuera de los Países Bajos (en Bélgica y Suiza). La mayoría eran hombres que practican sexo con otros hombres y de una edad similar a personas infectadas con el virus en general.
La variante se desarrolló a finales de la década de 1980 y en 1990, y se transmitió más rápidamente en la de 2000. Probablemente gracias a los esfuerzos de Países Bajos en la lucha contra le enfermedad, está en declive desde 2021.
Fue bautizada “variante VB” por “variante virulenta del subtipo B”, el más común en Europa.
La primera persona en el estudio que fue identificada con esta variante fue diagnosticada en 1992 (con una versión incompleta) y la última en 2014. Una vez tratados, los pacientes no presentan más riesgo de complicaciones que los demás.
¿Entonces qué significa el aumento de la virulencia?
La progresión de la enfermedad generalmente se mide por la cantidad de células T CD4 en la sangre, que forman parte del sistema inmunitario y son el objetivo del virus. Las personas infectadas con la variante tenían un recuento de CD4 menor que el resto al momento del diagnóstico, con una disminución estimada dos veces más rápida.
Los investigadores calcularon que, sin tratamiento, el umbral peligroso de 350 células T-CD4 por cada microlitro de sangre se alcanzaría en 9 meses para pacientes con esta variante, en comparación con los 3 años de los otros pacientes.
Además, la carga viral (cantidad de virus en la sangre) de los infectados con esta variante también fue significativamente mayor y, aparte de su virulencia, los investigadores también demostraron que es altamente transmisible.
Fraser está detrás del proyecto Beehive, que reúne datos de pacientes en ocho países y se creó en 2014 para analizar en qué medida las mutaciones en el virus podrían tener un impacto en la enfermedad cuando esta se desarrollara.
Los investigadores no pudieron explicar qué mutaciones específicas de la variante VB causaron su alta virulencia, o a través de qué mecanismo.
“Esto es una advertencia, nunca debemos ser demasiado presumidos y asumir que un virus evolucionará hasta volverse más benigno”, subrayó Wymant.
Es una conclusión que cobra interés en el contexto de aprender más sobre los virus en plena pandemia de covid-19.
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