El experimento del presidente de El Salvador podría ofrecer pistas sobre las posibilidades y los límites de la criptomoneda en las finanzas globales.
SAN MIGUEL, El Salvador — Los defensores del bitcóin sueñan con un sistema financiero en gran medida libre de la intromisión del gobierno. Pero cuando la criptodivisa se convirtió en moneda nacional por primera vez, fue la imposición de un gobernante cada vez más autoritario a una población renuente, todo a través de un sistema secreto dirigido por el Estado.
El sorprendente anuncio del mes pasado de que El Salvador había adoptado el bitcóin, la mayor criptodivisa del mundo, como moneda de curso legal tomó a su población por sorpresa, y convirtió a este país pobre y conservador de Centroamérica en un improbable barómetro de una transformación tecnológica global.
El resultado de este experimento inexplorado podría ayudar a determinar si la criptomoneda ofrece la libertad regulatoria que sus defensores prevén, o si se convierte en otra herramienta de control y enriquecimiento para autócratas y empresas.
“Estamos en un punto de inflexión de las criptomonedas”, dijo Lane Rettig, empresario y ex programador sénior de la Fundación Ethereum, una organización que respalda las tecnologías detrás de ethereum, la segunda criptomoneda más grande del mundo. “La misma tecnología de la libertad podría convertirse en parte de una nueva distopía tecnológica”.
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