La mujer de 33 años explica en perfecto portugués que el camino hasta EE.UU. ha sido “duro”, tanto a nivel físico como mental, pero que finalmente “ha valido la pena”.
Mahilda vivía cómodamente en el sur de Brasil con su marido cuando, una vez embarazada, decidieron emprender el viaje hasta EE.UU. para pedir asilo en la frontera.
UNOS 8.500 KILÓMETROS DE VIAJE
Casi 8.500 kilómetros después, Mahilda, grávida de ocho meses, espera ahora subirse a un autobús en Del Río con dirección al aeropuerto de San Antonio, desde donde volará esta tarde a Miami.
Ahí nacerá, “si Dios quiere”, su hijo o hija.
Esta situación “es recurrente” entre los inmigrantes que deciden pedir asilo en EE.UU., según una voluntaria de la Coalición Humanitaria Fronteriza Val Verde que se encuentra asistiendo a los recién arribados.
“Si llegas a la frontera embarazada, tienes muchos más posibilidades de que las autoridades consideren que eres una persona vulnerable y te dejen entrar al país”, dice la voluntaria.
Esto ocurre desde julio, cuando la Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó una directiva para evitar que las mujeres embarazadas o amamantando fuesen detenidas por las autoridades migratorias.
Otra mujer que inició el trayecto a EE.UU. grávida dio a luz hace cuatro días en el campamento improvisado debajo del puente internacional de Del Río
BEBÉ NACIDA EN LA FRONTERA
La flamante madre, que no quiso hablar con los medios de comunicación, sí autorizó a algunos fotógrafos para que retrataran a la recién nacida.
En total, cuatro mujeres de los poco más de diez nacionales de Haití que estaban hoy en la estación de autobuses se encontraban en la última etapa de su embarazo.
Una de ellas, sentada cerca de Mahilda bajo una sombrilla, cuenta a Efe que, en su caso, ha llegado a EE.UU. embarazada y soltera, ya que el padre de la criatura no quiso formar parte del cruce masivo de la frontera.
Cerca de ellas está otra mujer con una barriga enorme que sufrió un golpe de calor por las altas temperaturas en Del Río, sobre los 37 grados centígrados, aunque se recuperó más tarde tras ser atendida por voluntarios.
“ESTA GENTE VIENE A HACER EL BIEN”
Uno de los que ayudó a esta madre fue Óscar Torres, un tejano de 43 años miembro de la iglesia más conocida de la zona.
“Esta gente viene a hacer el bien, a trabajar, y a dar un futuro mejor para su familia. Es nuestra obligación, a ojos de Jesucristo, de abrirles las puertas”, reflexiona Torres.
En las últimas jornadas, unos 13.000 migrantes, en su mayoría haitianos, estaban acampando debajo del puente internacional que une Ciudad Acuña (México) y Del Río.
Los migrantes han estado cruzando desde el pasado martes a Estados Unidos y han desbordado a las autoridades migratorias, que improvisaron el campamento a la espera de ir gestionando sus solicitudes de asilo.
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