AP
Ambas partes se dicen dispuestas a sentarse a dialogar, pero cada uno ha puesto condiciones que, por el momento, no parecen acercarlos a una negociación.
Guaidó, pese a que fue él quien tomó la iniciativa dos semanas atrás, se muestra cauteloso ante el eventual diálogo y en una entrevista transmitida en redes sociales con James Story —el titular de una oficina estadounidense para asuntos de Venezuela desde Bogotá— dijo el jueves que “cuando se enfrenta un régimen dictatorial, hay que ser escépticos”.
El opositor de 37 años se había mostrado reticente a iniciar un acercamiento con Maduro en el pasado, pero a principios de mes pareció ceder. “Hemos atravesado muchos procesos de negociación en Venezuela; sabemos que los utilizan en ocasiones o siempre para distender la presión, para tratar de distraer la atención de la comunidad internacional”, advirtió.
La primera vez que Guaidó se mostró públicamente abierto a negociar, el 11 de mayo pasado, dijo que la crisis local ameritaba buscar “soluciones realistas y viables”. Su “Acuerdo de Salvación Nacional” implicaría negociaciones con el gobierno y sus aliados locales, organizaciones de oposición y la comunidad internacional. En aquel momento Maduro dijo: “la derecha extremista que pretendió de manera trágica-cómica asumir vía de facto el poder político con el apoyo de potencias imperialistas y no pudo ahora dice que quiere sentarse hablar. Estoy de Acuerdo”.
En enero de 2019, tras unos comicios denunciados como fraudulentos y mientras ejercía como líder de la Asamblea Nacional, Guaidó se declaró presidente interino de Venezuela y medio centenar de países aún lo reconocen como tal. Una de las naciones que más le respalda es Estados Unidos, que congeló todos los activos del gobierno venezolano en su territorio y prohibió a los estadounidenses hacer negocios con Caracas.
En sus declaraciones del jueves, Maduro especificó que un eventual diálogo con la oposición estaría condicionado a que esas sanciones se levanten de inmediato y se devuelvan “todas las cuentas bancarias” y el dinero que ha sido “confiscado” a Venezuela. Guaidó se había mostrado abierto a ello, aunque dijo que el proceso sería gradual e insistió en la necesidad de realizar comicios “libres y justos” para elegir a un nuevo mandatario y una Asamblea Nacional que no fueran “ilegítimos”.
Intentos previos de llegar a un acuerdo naufragaron sucesivamente. El más reciente, promovido por Noruega, se truncó en agosto de 2019. Maduro ordenó el retiro de sus delegados en rechazo de nuevas sanciones que entonces le impuso Washington. Semanas después, Guaidó anunció el agotamiento de los diálogos.
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